¿Qué es la compasión en el Zen?
Cuando el maestro Fukakusa no Gensei ordenó monje a su discípulo Seiko, le dijo: "Seiko, te doy el nombre de Jinin, compasión y paciencia. Voy a decirte lo que significa. Cuando un bodhisattva enseña la Vía a los demás, es la compasión. Cuando practica para sí mismo es la paciencia. Si no posees la compasión, no puedes practicar la paciencia y a la inversa, si no posees la paciencia no puedes practicar la compasión. Si tienes compasión, te vuelves paciente; si eres paciente, te vuelves compasivo."
Aunque hablamos el mismo lenguaje, una de las dificultades para penetrar la Vía del Buda es la interpretación que cada uno se hace con las palabras. Interpretamos como consecuencia de la aparición de los cinco skandas de la conciencia. En japonés se denominan shiki- ju -so -gyo -shiki, la materia (física y mental), sensación, percepción, concepción y conciencia, los cinco agregados que se forman a cada momento de conciencia. Poco a poco a lo largo de nuestra vida una palabra (materia mental) se concibe según el entorno en el que vivimos, y toma un sentido individual haciéndonos perder el sentido de la 'cosa real'. Así, rápidamente, tenemos para cada palabra una interpretación personal. Una persona que entra en el Dojo por primera vez ya tiene su juego de palabras interpretadas, incluso la palabra zen.
El principio de la práctica del Zen es no confundirse respeto a la verdadera realidad. Las cosas son tal como son, no son las opiniones que tenemos sobre ellas.
En zazen nos despojamos del cuerpo-mente y dejamos que aparezca la intuición de la 'cosa real'. Esta intuición se desarrolla como sabiduría dirigida hacia todos los seres, no solamente manifestándose con las palabras -que van a ser interpretadas también por los demás-, sino más con las acciones y un comportamiento digno.
Entonces, algunas palabras de Fukakusa no Gensei deben ser aclaradas para asir su realidad en la práctica del Budismo zen.
El Bodhisattva es el héroe, el ideal del Budismo Mahayana. En el budismo hay dos corrientes principales: Hinayana y Mahayana. El Budismo Hinayana o Pequeño Vehículo se apoya en la visión realista del dolor de laexistencia con sus ciclos de renacimiento, el Samsara, y la necesidad de liberarse de él. La obtención de la liberación total, el Nirvana, se alcanza por los propios esfuerzos, dando la espalda al mundo para transcenderlo. El practicante se aleja del mundo, vive en monasterios y purifica su mente. Su ideal, su héroe, es el Arhat, el santo totalmente purificado, liberado a su muerte de los lazos de Samsara. El Budismo Mahayana -o Gran Vehículo- comparte con el Budismo Hinayana el precedente de la misma realidad del dolor del mundo de Samsara. La diferencia es que el practicante no busca una liberación individual alejada de este mundo de sufrimiento, sino que su emancipación va junta con la de todos los seres. El Despertar o Satori del practicante le permite ayudar a los otros a alcanzar también la liberación del ciclo de Samsara. Como realiza la vacuidad de todos los fenómenos, Samsara y Nirvana no son distintos, son la misma realidad que la mente purificada puede alcanzar. El héroe del Mahayana es el Bodhisattva, que se queda en el mundo y desarrolla Bodaishin, el espíritu del Despertar del buda, de zazen, y hace el voto siguiente: "antes de mí, haré pasar a todos los seres vivientes a la otra orilla, la orilla del Nirvana". Es idéntico a la maravillosa flor de loto que crece en el fango. No puede ser de otra forma que en concordancia con el Karma de la humanidad y establece el voto de Bodaishin para esta misma humanidad.
Compasión significa comprender el sufrimiento de los demás y darles una solución. Es el espejo brillante de zazen. En zazen podemos ver nuestro propio sufrimiento, nuestros fallos, deseos y apegos. Observamos nuestro contenido mental y físico sin apegarnos a él. Lo dejamos pasar. Los pensamientos se vuelven sólo visitantes que entran y salen, no tienen una forma propia que nos permite decir soy 'yo' que sufro o que soy feliz. Este contenido depende de causas y circunstancias innumerables que no hemos dirigido, que en verdad no dependen de nosotros, pero son inevitables. Este contenido no tiene una esencia fija, es Ku, existencia sin noúmeno, ¿por qué haría nacer el sufrimiento?. La enseñanza del maestro hacia el discípulo zen es cortar las ilusiones de raíz, como cuando el alfarero, con un gesto directo, separa de la mesa del torno la base del cuenco acabado. El Bodhisattva Manjusri es uno de los protectores de los Dojos zen. Simboliza la sabiduría de zazen. Manjusri está representado sentado en un tigre, llevando los libros de la Prajna Paramita en la mano izquierda y levantando una espada en la mano derecha. Es la espada que corta las ilusiones y la dualidad y, en verdad, es la representación de la gran compasión del Bodhisattva. Una espada o un golpe de kyosaku, u Obaku que tuerce la nariz a Rinzai, a veces necesitamos algo muy fuerte para despojarnos de nuestra piel vieja y complicada. Sin palabras está mejor. Otra vez una sonrisa, una caricia nos hace comprender que todo está bien, que no hay peligro, que las cosas son así tal como son.
En el Zen, en el Budismo Mahayana, lo que entendemos para nosotros mismos, nuestra comprensión del método de emancipación, intentamos transmitirla a todos los seres. Pero descubrimos a menudo que cada persona está en su propio universo creado con sus opiniones, olvidando su condición real y concreta, olvidando la verdadera precariedad de su existencia, olvidando una posible armonía de la humanidad con el orden cósmico. Entonces el altruismo del monje zen va a manifestarse de nuevo como una práctica íntima dirigida hacía el entorno de cada día, con compasión y paciencia.
El maestro Dogen enseñó al respecto 'los cuatro métodos de educación del Bodhisattva'. Son: el don, la palabra benevolente, la acción saludable y la acción unificada. Como los monjes no entran en el sistema de producción material, el don es él de la enseñanza y del no-miedo. Claro, enseñar no significa tener palabras budistas saliendo de su boca a cada momento del día, sino enseñar con su comportamiento digno y conservar los ojos abiertos para saber cuándo se puede hablar y cuándo las palabras tienen el poder de la espada de Manjusri. El don del no-miedo es hacer realizar al otro su dignidad de ser humano frente a la grandeza del universo en los límites de vida y muerte. El don del no-miedo es poder enseñar la liberación de la dualidad aunque todas las existencias están encerradas en ella. El don del no-miedo es dar la victoria sobre las ilusiones. El don es ilimitado, nunca se agota.
La palabra benevolente... en francés hay un antiguo dicho: "antes de hablar dar siete veces la vuelta a las palabras en la boca". Bueno, es un artificio un poco lento pero hay de eso. La palabra benevolente tiene que estar fundada en el amor y la comprensión de los demás. No se trata de entender el carácter de cada uno a quien nos dirigimos sino de verle como una persona 'real', un ser humano sin disfraz. Cada ser humano tiene en él la semilla de desarrollar buda, desde este punto de vista no hay más discriminación a propósito de quien puede establecer Bodaishin o no. No criticar es la palabra benevolente, hay muchas otras cosas que hacer que denigrar a la gente, cada uno tiene un aspecto bueno en su vida.
El don y la palabra benevolente son ambos acciones saludables. Finalmente si lo pensamos demasiado nos volvemos complicados o voluntarios para algo que debería fluir naturalmente. Tal como en zazen, hay que actuar en la unidad del cuerpo-mente, desde la luz de nuestra decisión de Bodaishin más allá de los sueños y de los deseos incluso el deseo del voto del Bodhisattva. La acción saludable es tomar en cuenta a todas las existencias en la igualdad, y permitir a todos, incluso a los seres no sensibles, despertarse a sí mismos, sin esperar ninguna recompensa, sino la felicidad de compartir algo grande y bueno.
La acción unificada es comunicar totalmente con el mundo donde estamos viajando, donde estamos viviendo. Cada momento es nuevo, entero, total; en unidad. Cada elemento de este mundo es digno de respeto. Un pino crece en una roca. Invisibles gotas de rocío dan vida a un desierto. No hay separación, no hay idea de grande o de pequeño, no hay búsqueda ansiosa, no hay miedo. La acción unificada es olvidarse de sí mismo y 'dejar pasar toda la arena del Ganges entre sus dedos'. Estar en unidad con las personas que practican la Vía y con las que no la practican, estar en unidad con lo que encontramos, sin dualidad. Finalmente la práctica de un Bodhisattva llena su vida y no deja ningún espacio fuera de la Vía. Su vida-práctica es como un anillo, Dokan, el anillo de la Vía. Y Fukakusa no Gensei continúa: "... Los cuatros grandes votos del Bodhisattva te enseñan el camino. El primero dice: 'Las criaturas son innumerables. Juro salvarlas a todas.' Y el último 'La Vía del Buda es sin igual. Juro realizarla.' En consecuencia, para cumplir el primer voto debes ser compasivo y para realizar el último debes ser paciente."
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